Las míticas islas de Grecia tienen que estar en tu lista de lugares para conocer antes de morir. Y no exagero. Sus pueblos blancos e iglesias con cúpulas azules que cambian de color al capricho del sol, hacen que cualquiera se enamore. Y si eres de los que persiguen el sol en busca del más bello atardecer, no puedes dejar de visitar Santorini.
Era la primera vez que viajaba a Europa y, sin duda, sería épico.
Había estado viajado con una amiga por España e Italia. Y ahora, nuestros anhelos nos llevaban hacia uno de los atardeceres más bellos del mundo.
Santorini se encuentra en un pequeño archipiélago formado por islas volcánicas al sur del mar Egeo, a unos 200 kilómetros de Grecia.
Hace más de 3,500 años una explosión volcánica destruyó una parte de la isla y provocó la formación de su actual caldera. Hoy, esa caldera es el escenario de uno de los atardeceres más cautivadores y famosos del mundo.
Para llegar a Santorini se puede optar por viajar en avión, que es la opción más rápida, o en ferry, que es la opción más económica.
El viaje en avión suele demorar unos 45 minutos, mientras que en ferry puede variar entre 5 a 10 horas. Todo dependerá del trayecto y el tipo de ferry que elijas para viajar.
En mi caso, como no teníamos mucho tiempo, decidimos tomar un vuelo desde Atenas a la isla de Santorini. Tres días después nos estaríamos despidiendo de la isla más bella de Grecia para continuar la travesía hacia Estambul.
Desde que era pequeña había deseado conocer la Acrópolis y el Partenón. Así que ya imaginarás mi emoción al pasar, al menos un día, recorriendo la ciudad de los dioses. Un bonus extra.
Al anochecer, nos dirigimos al aeropuerto de Atenas para esperar nuestro vuelo de salida hacia Santorini.
¿Ya dije que fue un viaje épico? Bueno, ahora imagina pasar 12 horas en la terminal de aviones con un ojo abierto y otro cerrado sobre las cómodas sillas de la terminal esperando el vuelo de las 5:15 a.m.
Lo sé, éramos jóvenes y en ese momento parecía una buena idea. Ahora es una buena anécdota para los nietos, aunque a mi espalda no le hace mucha gracia.
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Luego de 45 minutos de viaje y un turbulento aterrizaje, finalmente habíamos llegado a Santorini.
Era primavera y una fría brisa nos recibió al abrirse las puertas del pequeño avión. Eso no nos borró la sonrisa al descender por las escaleras en medio la pista de aterrizaje. ¡De película!
Al salir del aeropuerto nos estaba esperando un chico con un letrero del hotel y una gran sonrisa. El chico era el subgerente del hotel, administrador, chef y, para nuestra suerte, chofer.
Durante el recorrido, íbamos conversando con nuestro anfitrión de historia, de lugares emblemáticos y de curiosidades de la isla. Y como el tiempo se pasa volando, en menos de 25 minutos llegamos del aeropuerto de Thira a nuestro hotel en Perissa.
¿Sabías que la tierra en la isla es muy buena para cosechar tomates y vinos?
Ese día dormimos toda la mañana y en la tarde bajamos a la playa de Perissa, la cual es famosa por su arena de color negro con diminutas piedras volcánicas.
El clima seguía fresco y por eso no habían muchas personas en la playa. Fue ideal para admirar la playa en todo su esplendor.
Al cabo de unas horas, decidimos ir en busca del más bello atardecer en Santorini.
Cerca del hotel teníamos la parada de buses, así que decidimos esperar. Tomamos el bus a Fira y luego el transbordo a Oia. El trayecto nos tomó casi una hora y media, pero entre la emoción y un buen libro se pasó volando.
PRO TIP: Toma en cuenta que los buses demoran unos 30 minutos entre cada turno y que debes pagar al subir al bus en efectivo. Puedes ver el horario de los buses en el web de Ktel, la empresa oficial de transportes de Santorini.
Mientras caminábamos para buscar el mejor lugar para ver el atardecer, íbamos descubriendo callejones, casas, tiendas y paisajes que parecían salidos de una postal.
El sol comenzaba a bajar lentamente y a lo lejos podíamos ver algunas casitas bordeando los acantilados, como pintados con acuarelas sobre el mar Egeo.
Todo es hermoso. Es mágico.
El lugar comenzó a llenarse rápidamente de turistas. Algunas personas portaban cámaras profesionales y otros estaban terminando de preparar sus equipos. Otros iban de un lado a otro buscando el mejor palco para el espectáculo nocturno.
Alrededor de las 7:00 p.m. el sol se convirtó en el protagonista de la tarde.
El cielo se comenzó a teñir de amarillo, naranja y rojo a medida que el sol comenzaba esconderse tímidamente en el mar.
Poco a poco la noche se abría paso y un aura azul cubrió las cúpulas de las iglesias y casitas, al tiempo que pequeñas luces comenzaban a brillar en la distancia.
¡Un sueño hecho realidad!
Ya entrada la noche el clima estaba muy frió. Descendimos rápidamente por los callejones para ir a tomar el bus de regreso al hotel pero, como siempre, nos perdimos.
Así fue como terminamos en una pequeña tienda de bocadillos y licores tradicionales. Ideal para hacer tiempo mientras esperábamos el próximo bus vacío hacia Fira.
El día siguiente es otra historia. Un paseo por la famosa caldera de Santorini con vista a los cruceros y un tour al volcán Nea Kameni.
Cuéntame desde dónde viste el atardecer en Santorini. ¿Qué otra recomendación añadirías?
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